PLAGAS EN PALMA ACEITERA.

 


 

 

 

PLAGAS MAS COMUNES EN CENTRO AMERICA

 

 

GUSANO CABRITO (Opsiphanes cassina Felder; Lepidóptera: Nynphalidae).

 

INTRODUCCION.

 

Este gusano se ha visto en Centro América causando severas defoliaciones en palmas a partir de los siete años de edad. Sin embargo, también se han observado ataques en resiembras (de pocos meses de edad) cercanas a palma adulta atacada por la plaga. En este último caso es evidente que los adultos alados se han movilizado desde la palma adulta y han puesto sus huevos en las resiembras. Unas pocas larvas (4‑6) pueden causar defoliación casi total en palmas de 2‑4 meses de edad en el campo.

 

En palmas adultas se han contado hasta 150 larvas en los estados 3-4 en la hoja 17.

 

CARACTERISTICAS BIOLOGICAS.

 

El adulto de O. cassina es una mariposa café claro, de unos 72 mm. de envergadura y con unas manchas amarillas formando una marca en forma de "Y" en las alas anteriores, y su período de actividad es de 7 a 10 días.. Las larvas alcanzan a medir hasta 90 mm. y son verdes con bandas amarillas dorsales y poseen cuernos en la cabeza y una cola en forma de “V” muy pronunciada. El ciclo de vida tiene una duración de unos 70 días y  se acorta considerablemente durante períodos secos.

 

Las larvas pupan en las hojas, pero gran cantidad de ellas también bajan a pupar en las plantas epífitas que crecen sobre el tronco y aún en malezas de todo tipo que crecen en el suelo.

 

INDICE CRITICO.

 

La voracidad de las larvas es bastante alta y una única larva puede consumir hasta tres foliolos durante su desarrollo hasta pupa.

 

De acuerdo a Wood et al (1973) los niveles tolerables de defoliación son aproximadamente de 6.25% cuando la plaga está confinada a la parte superior del follaje y de 17% cuando ocurre en la mitad inferior de la corona (Cuadro 1). Estos niveles pueden servir como guía para tomar decisiones respecto a un control activo de la plaga (aplicación de un insecticida por ejemplo).

 

CUADRO 1.  Número de larvas/hoja de Opsiphanes sp. para ocasionar los respectivos niveles de defoliación.

 

                                Porcentaje de defolación

Estado larval

50

25

17

12.5

6.25

1

1045

522

355

261

131

2

518

259

176

129

65

3

350

175

119

87

43

4

189

94

64

47

24

5

64

32

22

16

8

 

 

COMBATE.

 

El combate de esta plaga en Centro América ha sido bastante problemático y la decisión de aplicar algún producto insecticida debe basarse en los datos que se conocen sobre índices críticos (Cuadro 1), capacidad de defoliación de cada estadío y en un conocimiento lo más exacto posible de los enemigos naturales presentes y su capacidad potencial de reducir la población de la plaga a niveles aceptables en generaciones sucesivas. Debe recordarse que durante las primeras generaciones observadas durante una explosión, el nivel de parasitismo observado es bajo, pero este se eleva considerablemente a partir de la tercera generación y puede de por si ser más que suficiente para mantener la plaga bajo control.

 

La aplicación de algunos insectici­das en el pasado (en especial Sevin y Diptetex) han dado resulta­dos erráticos y probablemente han sido negativos para los insectos benéficos. La aplicación de una formulación de Bacillus thuringiensis parece ser la decisión más adecuada cuando se requiera bajar la pobla­ción mediante el uso de un agroquímico. Estas aplicaciones deberían de hacerse cuando la mayoría de las larvas estén en el tercer estadío larval pues aún el nivel de defoliación causado es bajo. Las aplicaciones al cuarto y quinto estadíos larvales tienen un efecto más inmediato pero no evitan que se concrete la mayor parte del daño.

 

La población de adultos se puede reducir apreciablemente mediante el uso de cebos envenenados. Estos cebos se preparan con frutas maduras picadas (guayabas, toronjas, banano, caña), las cuales son impregnadas con un insecticida tal como Sevin, Dipterex, Dimecrón (Fosfamidón) o Lannate.

 

El procedimiento generalmente seguido ha sido colocar varios montículos de cebo de banano maduro impregnado con Sevin 80 PM o Lannate, en la base de las palmas a lo largo de los caminos (cada 10‑15 hileras). Cuando se observa que el banano aún atrae a las mariposas, pero estas no mueren, se da una "repasada" al cebo con Sevin o Lannate aplicado directamente con una bomba de espalda o equipo de aspersión acoplado al tractor. Cuando se aplica de nuevo el insecticida a un "cebo viejo", éste debe revolverse para exponer el material del centro que aún no se ha secado. El cebo de banano se ha mantenido atractivo para el adulto de Opsiphanes hasta por dos semanas (20‑30 kg/cebo). Cuando la situación lo ha ameritado se ha acelerado la maduración de los bananos asperján­dolos con Ethrel (100 cc p.c./TM) con lo cual se consigue la maduración en 3‑4 días.

 

El uso indiscriminado de cebos puede ser negativo para los enemigos naturales de la plaga. Por ejemplo, en Honduras se observó que gran cantidad de moscas parásitas (Tachinidae) eran atraídas y envenenadas en cebos preparados con piñas maduras. Lo mismo fue observado en Armuelles , Panamá.

 

La política a seguir con los cebos es aplicarlos hasta que salga el grueso de la población adulta. Luego se suspenden pues en este último período (cuando la mayoría de las pupas han "reventado") es que están emergiendo la mayoría de los insectos parásitos de las pupas afectadas.

 

ENEMIGOS NATURALES. 

 

Existen varios enemigos naturales identifi­cados en huevos, larvas, pupas y adultos, entre los cuales se encuentran avispas, moscas, chinches y pájaros. Cuando existe un brote de la plaga es porque las poblaciones de controladores son muy bajas. Para colaborar con el restablecimiento de las poblaciones de estos insectos se puede realizar un manejo de malezas benéficas que son hospederas de los enemigos naturales de la plaga, evitando chapeas masivas o intercalándolas con zonas sin chapear, y en casos extremos hay que pensar en sembrar este tipo de malezas.

 

La reproducción y liberación masiva de avispas parasitoides y chinches depredadores es una posibilidad que ya se está tomando en cuenta, y se realizan varios estudios en el Pacífico Sur de Costa Rica.

 

También existe una enfermedad de naturaleza viral probablemente, que bajo ciertas condiciones diezma considerablemnte la población de larvas durante los últimos estadíos principalmente. Esta enferme­dad es una alternativa que pudiera ser manejada para combatir más eficientemente este insecto.

 

 

GUSANO TUNEL (Stenoma cecropia Meyrick ; Lepidoptera: Stenomidae).

 

Este es un defoliador de cuidado que ha causado graves pérdidas en Sur América, principalmente en Colombia, Brasil y Ecuador (Genty 1978). En Costa Rica se han presentado dos ataques fuertes en Quepos en 1973-1974 y otro en 1990-1991.

El daño en Quepos, al igual que en Sur América, siempre fue mayor en la punta de las hojas bajeras de plantas creciendo a lo largo de carretera, canales y otras áreas abiertas (sitios de mayor luz).

 

CARACTERISTICAS BIOLOGICAS.

 

El adulto es una mariposa color marrón oscuro con zonas de color rosado y un penacho de escamas negras sobre el tórax. El tamaño es de 26‑30 mm. en las hembras y 23‑25 mm. en los machos (Genty 1978b).  El nombre común de estas larvas es el de gusano túnel, pues durante su alimentación en el envés de las hojas, forman un envoltorio en forma de cuerno de la abundancia, que el gusano agranda conforme va creciendo. Este cuerno o cápsula es construí­do con partículas vegetales cementadas con excrementos y otras secreciones de la larva. El interior del túnel está tapizado con seda, la cual se extiende fuera de la entrada y le sirve a la larva como protección cuando está fuera del cuerno alimentándose.

 

El daño se inicia en las hojas bajeras, pero al aumentar la población del insecto, las larvas aparecen en hojas cada vez más jóvenes.

 

Las larvas de esta mariposa son fuertes defoliadores que pueden consumir hasta 50 cm2 de tejido individualmente. Los primeros ataques normalmente se inician a la orilla de espacios abiertos tales como caminos, canales, etc. El índice crítico se ha establecido en 70‑80 larvas en la hoja No 17 para palma adulta. En palma joven (3‑5 años), el nivel de referencia es de 35 larvas por hoja. Durante los chequeos se puede abrir el cuerno para constatar si la larva está saludable o parasitada. Con experiencia la presencia de un gusano activo se detecta al ver cerca de la guarida los gránulos de excremento fresco y tela recién hilada.

 

Si no se observa tela o excrementos nuevos, y el borde alrededor de los sitios de alimentación están secos, es indicio de que la larva ha muerto o está pupando.

 

Poblaciones tan altas como de 1,500‑3,000 larvas por hoja han sido observadas. Los ataques más fuertes han ocurrido generalmente durante la estación de las lluvias, pues épocas secas favorecen al ataque de los enemigos naturales del insecto.

 

COMBATE.

 

La avispita Rhysipolis sp (Hymenoptera: Braconidae) ataca larvas en el 5‑8 estados y el nivel de parasitismo puede ser muy elevado durante el período seco. Otra avispita Elasmus sp. también puede ser importante bajo ciertas circunstancias.

 

Como medidas de manejo adicional, se recomienda la recolección manual de los cuernos en palma joven y su colocación en cajas de recuperación de parásitos. Estas son jaulas de cedazo que por su tamaño no permiten la salida de los adultos alados, pero si de los insectos parasitoides.

 

Se han obtenido buenos resultados mediante tratamientos vía terrestre y aérea de Bacillus thuringiensis.

 

También se debe de dar un buen manejo a las malezas benéficas (al igual que Opsiphanes), para ayudar con la restauración de la población de controladores.

 

 

GUSANO MONTURITA (Sibine [1] spp.; Lepidoptera: Limacodidae).

 

En Centro América, se han observado ataques serios en el norte de Panamá (Sibine sp.), en Honduras (S. fusca) y en las regiónes de Quepos y Palmar en Costa Rica (S. megasomoides).

 

CARACTERISTICAS BIOLOGICAS.

 

La especie Sibine fusca es tal vez la más común en palma aceitera. El adulto es una mariposa nocturna (34 mm de envergadura alar en el macho y 50 mm. en la hembra) cuyas alas delanteras son de color rojo‑marrón y las traseras marrón. Cuando están en reposo, las alas posteriores descansan sobre el cuerpo del insecto en forma de techo. Los adultos tienen el aparato bucal atrofiado y no se alimentan.

 

Existen 10 estados larvales que se cumplen en 7‑9 semanas. La larva es urticante, con patas atrofiadas y la cabeza muy reducida. Al completar el desarrollo miden unos 35 mm.

 

Durante los cinco primeros estadíos las larvas son de color verde pálido y durante los últimos estadíos se desarrolla una coloración azul pálido en la parte anterior y posterior del cuerpo. La pupa es también urticante, de color café claro y aparecen en grupos sobre las bases peciolares.

 

Las larvas cuando pequeñas se alimentan de la epidermis del envés de las hojas. Luego del quinto estadío son capaces de comer todo el tejido de las hojas excepto las nervaduras. Los últimos estadíos causan el 85% del daño poten­cial. Durante todo su desarrollo una larva puede consumir el equivalente a uno y medio foliolos. El nivel crítico de referen­cia se ha establecido en 15‑20 larvas en la hoja número 25, muestreando dos árboles por hectárea.

 

 

Al igual que en el caso de Opsiphanes, Stenoma y otros defoliadores, los árboles con las poblaciones mayores de larvas se localizan a lo largo de caminos, zanjos y otras áreas abiertas.

 

COMBATE.

 

Tanto en América como en el Sureste Asiático, estos defolia­dores son fuertemente diezmados por enfermedades de naturaleza viral que atacan las larvas (Genty 1972, Wood et al. 1977, Genty y Mariau 1975, Desmier de Chenon et al. 1987).

 

Estos virus son generalmente muy específicos para cada especie de defoliador por lo cual pueden aplicarse artificialmen­te a una población sin temor a alterar el equilibrio biológico existente. Las soluciones de virus puede aplicarse al follaje mediante las técnicas comunes de aplicación de insecticidas. Se recomienda colectar larvas que presenten síntomas iniciales de la enfermedad, las cuales son licuadas en agua destilada y luego filtradas..

 

En Honduras y Brasil en el pasado se han hecho aplicaciones con preparados virales contra Sibine sp. obteniéndose un control excelente.

 

Como dato general, un tratamiento viral, para Sibine sp. se hace preparando una solución con 20‑25 g. de larvas enfermas maceradas y filtradas y luego diluyendo el contenido en 50 litros para aplicar en una hectárea. La aplicación debe hacerse con preferencia al inicio del ciclo de la plaga, pues la máxima mortalidad se alcanza luego de 20‑30 días del tratamiento (Genty 1984).

 

Esta plaga al igual que los otros defoliadores, tiene muchos enemigos naturales, entre ellos avispas y moscas parasitoides y chinches depredadores, los cuales causan un buen control de la plaga en condiciones naturales. Cuando se presenta un brote fuerte, se debe tratar de realizar un buen manejo de malezas, y si hay una fuerte defoliación esta debe pararse con aplicaiones aéreas de Bacillus thuringiensis.

 

 

GUSANO CIPRES (Automeris sp.; Lepidotera: Attacidae).

 

Esta es una plaga que debe mantenerse bajo observación, dada la alta potencialidad defoliadora de las larvas que pueden llegar a consumir el equivalente de hasta cuatro foliolos individualmen­te. El índice crítico se ha establecido en 50‑80 gusanos por árbol. Las larvas de Automeris sp. son verdes y urticantes y se localizan en el envés de las hojas especialmente las de mayor edad. El contacto con estas larvas es doloroso y dificulta bastante la labores de cosecha.

 

 

Se ha notado una alta mortalidad de larvas en los últimos estadíos, causada por un agente que probablemente sea viral. Las larvas afectadas se vuelven inactivas y toman una coloración amarillenta y caen al suelo. También se ha observado depredación de las larvas por chinches pentatómidos y el ataque de varios parasitoides (Mexzón y Chinchilla 1991).

 

 

GUSANO CANASTA (Oiketicus kirbyi; Lepidotera: Psychidae).

 

Esta es una plaga común en varios cultivos y su aparición es generalmente cíclica debido posiblemente a desequilibrios con sus enemigos naturales. Durante un ataque fuerte, el insecto se encuentra también alimentándose de la cobertura y de varias malezas de la plantación. Esta plaga no era considerada de importancia en Centro América hasta muy recientemente. Dos defoliaciones importantes (600 o más larvas/hoja) han ocurrido en el Norte de Panamá y en el Pacífico Sur de Costa Rica.

 

Las hembras adultas carecen de patas, antenas, aparato bucal y de alas funcionales, y durante todo su ciclo permanecen dentro de un canasta o cesto que forman con residuos vegetales y secreciones. Los machos también forman esta canasta pero cuando son adultos son voladores nocturnos de unos 32‑52 mm de envergadura, color pardo o negro y con puntos blancos (Stephens 1962, Suplicy y Sampaio 1982, Campos et al.1987). 

 

Las larvas pueden consumir hasta unos tres foliolos, durante todo su ciclo.

 

Estas larvas  cuentan con un buen mecanismo de dispersión, ya que a ciertyas horas del día, especialmente por las mañanas, estas se hacen colgar de un hilo de seda muy fino casi hasta nivel del suelo, siendo muy fácilmente dispersadas por el viento o transportadas por personas o animales que caminen dentro de la plantación.

 

Manejo.

 

Existen varios enemigos naturales (parasitoides) y también enfermedades causadas por hongos y virus. En Costa Rica se ha documentado la presencia de nueve avispas parasitoides (Mexzón y Chinchilla 1996).

 

El nivel crítico de referencia es de 10 cestos por hoja. Si se dispone de mano de obra suficiente, los canastos se colectan manualmente en las áreas problemáticas y se ponen en jaulas de liberación de parásitos. No obstante debe recordarse que existe preferencia de las hembras a movilizarse hacia las hojas más joven.

 

La estimación de la población de larvas se hace contando los cartuchos  en los 80 foliolos terminales de una hoja en posición intermedia (ej. hoja #17) Rhainds et al.f.

 

Si el combate químico se hace necesario se pueden utilizar las formulaciones de B. thuringiensis , pero utilizando dosis considerablemente mayores a las necesarias para otras familias de insectos más susceptibles a esta bacteria (1.5‑2.0 kg/ha de producto comercial), ya que el cesto les confiere gran protección contra este tipo de productos.

 

 

PICUDO DE LA PALMA (Rhynchophorus palmarum; Coleoptera: Curculionidae).

 

CARACTERISTICAS BIOLOGICAS.

 

El adulto es un gran abejón negro (ocasionalmente es levemente rojizo) de unos 20‑41 mm de longitud (sin considerar el largo del rostrum). El macho frecuen­temente es más pequeño que la hembra y posee un penacho de pelos sobre el pico.

 

La larva no posee patas, es blancuzca o amarillo crema y presenta la región de la cabeza fuertemente endurecida. El ciclo de vida (huevo a adulto) es de alrededor de 80-160 días.

 

Al llegar al estado de pupa, la larva se rodea de material fibroso de la planta y permanece en este estado por 16-30 días. La pupación ocurre en las bases de las hojas jóvenes o viejas. También puede realizarse en el tronco o en las bases peciolares de la base del mismo. El adulto vive 40 o más días, es de hábitos diurnos, pero con mayor actividad durante la mañana y al atardecer.

 

DAÑO Y COMBATE.

 

El daño directo lo causan las larvas que taladran y destru­yen los tejidos internos en el tallo y el cogollo. Cualquier herida en el cogollo o el tallo atrae a los adultos que depositan allí sus huevos. El ataque de las larvas puede matar una planta debido al daño al meristemo principal o bien al desarrollo de pudriciones causadas por microorganismos.

 

Salas, (Chiquita Brands, informe interno, 1980) probó varias clases de materiales para utilizarlos como trampas para el adulto. Trampas preparadas con bananos, piñas o papayas maduras solo atrajeron un número muy reducido de individuos. Tampoco fueron afectivas las trampas preparadas con pseudotallos de banano. Tallos machacados de caña de azúcar fueron ligeramente mejores y atrajeron unos pocos individuos aún después de siete días de colocados. La mejor trampa fue aquella preparada con pedazos de tallo de la palma aceitera.

 

Existen una serie de diseños de trampas para adultos de R. palmarum descritas en la literatura y algunas de ellas son bastante elaboradas (Mariau 1968, Schuiling y Dinther 1982, Morin et al. 1986, Mondragón y Orellana 1988, Chinchilla et al. 1991, Chinchilla y Oehlschlager 1992).

 

 

Las trampas con tallos de palma se preparan derribando palmas improductivas, muy altas o inútiles por cualquier otra razón. Se pueden lograr resultados satisfactorios con una trampa preparada de la siguiente forma: el tronco de la palma escogida se corta en pedazos de 40‑50 cm de largo. Cada una de estas secciones se parte longitudinalmente en cuatro pedazos. Una trampa se hace con 7 a 9 de estos pedazos. Con siete de estas secciones, se colocan cuatro en el suelo (con el corte hacia arriba) y las tres restantes inmediatamente encima de manera que quede el menor espacio posible entre los cortes. El conjunto de la trampa se cubre con pedazos de hojas de la misma palma para hacerla más atractiva al insecto. La utilidad de estas trampas es de 6‑8 días, luego de los cuales pueden ser reemplazadas.

 

Una variación de esta trampa, consiste en cortar secciones de aproxi­madamente 40 cm del tallo y luego se hacen dos cortes longitudi­na­les en cruz. El corte se detiene antes de completarse, de manera que las cuatro secciones permanezcan juntas pero puedan abrirse un poco con las manos para aplicar el insecticida y chequear el número de insectos que llegan. Esta trampa también debe de cubrirse con hojas. Luego de unos siete días la trampa puede rehabilitarse por unos días adicionales, cortando con un machete las partes necrosadas de los antiguos cortes y aplicando insecticida nuevamente. En otro diseño similar, se cortan secciones transversales del tallo (20 cm), las cuales se rajan fácilmente en cruz con una hacha. El hacha debe de manejarse de tal manera, que los cuatro pedazos queden siempre unidos por fibras.

 

Otro tipo de trampa consiste en colocar pedazos de piña o caña machacada en un recipiente de plástico o lata, con agujeros. La mayoría de los adultos que llegan hasta la trampa no pueden abandonarla, pues no existe un área suficiente de despegue para el vuelo. No obstante es preferible añadir un insecticida al atrayente, pues los adultos de R. palmarum puede escalar con relativa facilidad superficies lisas verticales.

 

El uso de la feromona de agregación producida por el macho permite incrementar el número de capturas por trampa en un factor entre 6 y 30. Trampas con caña de azúcar y la feromona han sido utilizadas con éxito en Centro América para bajar la población de R. palmarum hasta en un 90%, y con ellos se ha reducido en una proporción similar la incidencia de la enfermedad del anillo rojo\hoja pequeña (Chinchilla y Oehlschlager 1992, Oehlschlager et al. 1992, Chinchilla et al. 1993, Oehlschalager et al. 1993).

 

Debido a la naturaleza agregada de la población adulta de R. palmarum (Morales y Chinchilla 1990,  Oehlschlager et al. 1995),  y a las diferencias en  incidencia del anillo  rojo entre lotes en una plantación, la intensidad del trampeo puede variar entre una trampa por hectárea a una cada 10 hectáreas.

 

 

 


 


    [1]El género Sibine probablemente corresponda a Hyperoche.

Strategus aloeus (Coleoptera: Scarabeidae)

 

En Costa Rica en la región del Atlántico (Sixaola) en 1979 se presentaron serios ataques de este abejón en plantaciones jóvenes, en donde el control de malezas con herbicidas había sido aparentemente excesivo y abundaban en el área sitios de cría del insecto tales como cúmulos de materia orgánica en descomposición. En el área tratada con herbicidas, el porcentaje de plantas atacadas era de hasta un 72%, mientras que en otra área cercana, en donde no se había empleado herbicida, no se encontraba ningún indicio de daño. La mayoría de las plantas atacadas tenían 1‑2 abejones/palma, pero algunos tenían más (C. Evers 1979. United Brands Co., informe interno).

 

Se ha observado también que palmas envenenadas con DMSA y dejadas en pie, pueden convertirse en sitios de cría de larvas de Strategus sp., aunque esto no parece ser muy común. Este riesgo se reduce derribando la palma cuando está seca. Cuando estas plantas se queman, los troncos resultan aún menos atractivos para el insecto.

 

CARACTERISTICAS BIOLOGICAS.

 

El adulto de Strateg­us sp. es un gran abejón de unos 40‑50 mm. de largo. El macho posee tres proyecciones muy sobresalientes sobre la parte anterior del cuerpo. La larva posee tres pares de patas, es de color blancuzco y mide entre 90‑100 mm. al completar su desarro­llo.

 

Existen tres estados larvales que tienen una duración de unos ocho meses. El ciclo total de vida del insecto es de casi un año.

 

La hembra deposita sus huevos sobre materia orgánica en descomposición. En estos sitios, tales como troncos de árboles de la selva original o de palmas de una siembra anterior, se desarrollan los diferentes estadíos larvales. Las larvas también pueden ser encontradas debajo de estos sitios, directamente en el suelo en los primeros 30‑40 cm.

 

El daño es causado solamente por el adulto, el cual hace un túnel en el suelo cerca de la planta y empieza a devorar el bulbo basal por debajo. De aquí, el insecto puede continuar devorando los tejidos más tiernos del cogollo. Durante el día, el adulto permanece en una galería en el suelo a unos 40‑100 cm. de profun­didad. La presencia del abejón es fácilmente detectable por un cúmulo de tierra fresca cerca de la base de la planta.

 

COMBATE.

 

Debido a que los mayores ataques se presentan en siembras nuevas cuando existen cúmulos de materia orgánica en descomposi­ción (troncos de árboles o palmas) se debe favorecer en estas primeras etapas, el desarrollo de una leguminosa de rápido crecimientos sobre estos troncos. Al estar cubiertos por la leguminosa o maleza, los troncos dejan de ser atractivos para la hembra que no los encuentra o bien no puede realizar su postura.

 

En ataques ya establecidos, se aplica una solución insecti­ci­da en el hueco en donde se aloja el adulto en el día, cerca de la base de la planta. El Furadán y el Diazinón (0.06%) aplicados directamente a los agujeros matan al abejón.

Se ha observado que el armadillo es un excelente depredador de Strategus sp..

 

 

HORMIGAS (Hymenoptera: Formicidae)

 

El daño causado por las hormigas zompopas o arrieras puede ser serio si no se mantiene un programa de control permanente. Esto es especialmente cierto en plantaciones jóvenes. La destrucción de hormigueros debe de iniciarse lo antes posible, pues la eliminación de grandes colonias es más difícil y costosa. También es muy notoria la relación entre una alta cantidad de hormigueros y condiciones físicas del suelo no apropiadas para el crecimiento de la palma. En estas circunstancias el combate de las arrieras debe iniciarse mejorando la calidad de suelo.

 

Existen dos especies comunes de zompopos en Centro América. Atta cephalotes y Acromyrex octospinosus. Estas hormigas acarrean incesantemente tejido foliar a sus madrigueras para utilizarlo como substrato para la cría de un hongo del cual se alimentan.

 

En el pasado, el Mirex ofrecía una buena posibilidad de control, pero este producto ya no está disponible en el mercado. Otros cebos no han resultado tan eficientes. En todo caso es recomendable colocar los cebos en los caminos de mayor actividad a aproximadamente un metro y medio de la boca del hormiguero. No debe colocarse en áreas encharcadas y el operario no debe pisar los caminos por donde transitan las hormigas. Luego de unos pocos días (8‑10) se debe regresar al sitio para constatar que la actividad de la colonia ha cesado. Otro producto de utilidad para el combate de la hormiga arriera es el clorpirofos (Lorsban) espolvoreado en la boca de los hormigueros.

 

 

ROEDORES.

 

Los roedores más importantes que causan daño en palma aceitera en Centro América son las ratas. Sin embargo, en algunas ocasiones también se presentan daños importantes causados por taltuzas (Orthogeomys sp.). La especie de rata más frecuentemente asociada a palma aceitera en América Central es Sigmodon hispidus.

 

RATAS (Sigmodon hispidus).

 

Las ratas son animales que se reproducen extremadamente rápido. En términos generales, una hembra se encuentra sexualmente activa en 3‑4 meses y produce una camada cada dos meses con un promedio de 6 individuos (Gillbanks et al, 1967).

 

En Malasia, las ratas causan el mayor daño en los racimos, pero en Centro América es más común que el ataque quede restrin­gido a la base de las plantas durante los primeros años en el campo.

 

COMBATE POR METODOS CULTURALES.

 

El combate de las ratas debe de ser integral en el sentido de que además de cualquier medida de control químico, se debe manipular el ambiente de la plantación para hacerlo más inadecuado para la población de ratas.

 

Esto implica destruir la mayoría de los sitios utilizados por los roedores para refugiarse y multiplicarse. Tales sitios incluyen diferentes tipos de materiales apilados como basura, ramas, piedras, etc. Deben también rellenarse o tapar huecos y zanjos inútiles en la plantación.

 

Fundamental en el control de ratas, es mantener las rodajas limpias y un buen control de malezas en las entrelíneas. Así mismo, los drenajes deben mantenerse limpios y con un talud tal que no permita la formación de madrigueras. Cuando sea necesario deben de hacerse áreas de limpieza alrededor de los lotes más expuestos al ataque de ratas, tales como aquellos en los linderos de la plantación vecinos a tierras incultas.

 

En Malasia se ha recomendado favorecer de diferentes maneras la actividad de ciertas aves rapaces. Entre estas medidas está la construcción de pértigas de observación para el depredador y de sitios de cría para sus polluelos. Estas medidas han redundado en la proliferación de buhos (Tyto alba) que son depredadores naturales de las ratas (Duckett, 1982). No obstante, cuando se introducen aves depredadoras a un nuevo ambiente se corre el riesgo de que estos animales ataquen a la población nativa de aves que pueden ser presas más fáciles de obtener que las ratas (Vidyasagar y Bhat 1991).

 

Cuando el uso de anticua­gulantes sea necesario en una plantación, en donde exista una población elevada de aves depredadoras, se debe preferir el uso de productos de la llamada primera generación de anticoagulantes (warfarina, fumarina, coumacloro, difacinone, clorofacinone) pues estos aparentemente no afectan en forma adversa a las aves que se alimentan de un animal envenenado. Por otro lado, la así llamada segunda generación de anticoagulantes (difenacoum, brodifacoum y bromadiolone) podría ser negativa para la vida de los depredadores.

 

El uso de un programa integrado de control biológico (favoreciendo el desarrollo de una población fuerte de aves rapaces) y cebos envenenados, permitiría utilizar rondas más distanciadas de puesta de los cebos.

 

En el pasado se utilizó bastante la protección de las plantas jóvenes en el campo, envolviendo su base con cedazo, de manera que la rata no pudiera alcanzar esa región. El uso de cedazos es costoso, puede impedir el desarrollo normal de la planta y dificulta los trabajos de mantenimiento de la planta­ción, especialmente en lo referente a control de malezas. Adicionalmente, este método de control no es 100% efectivo. Su uso se puede justificar en algunas situaciones especiales tales como cuando se desee proteger algunos materiales valiosos de las ratas u otros roedores (Prioux, 1983).

 

COMBATE QUIMICO.

 

El uso de cebos envenenados complementa las medidas de combate cultural, y no puede esperarse que por si solos eliminen totalmente el problema.

 

El uso de repelentes químicos aplicados a la planta ha entrado en desuso.

 

Otro método de control químico cada vez menos utilizado, es el uso de venenos agudos mezclados con diferentes tipos de alimentos. El alto riesgo para el trabajador y la habilidad del roedor de aprender a rehusar tales cebos son las razones princi­pales para no usar estos productos rutinariamente.

 

Antes de exponer las ratas a un veneno agudo, tal como los utilizados en el pasado (sulfato de talio, fluoroacetamida de sodio, óxido de arsénico, fosfuro de zinc) se necesita un ciclo de familiarización de la población de ratas al cebo sin el veneno. De esta manera los animales aprenden a consumir el cebo sin temor. El período de familiarización debe de ser de 3‑5 días.

 

En todos los casos, lo cebos cualesquiera que estos sean, deben de protegerse en lo posible de la intemperie dentro de pedazos de nueces de coco, tallos de bambú, latas, etc. Wood y Nicol (1973) recomiendan iniciar los ciclos de control cuando el porcentaje de daños frescos alcanza el 5-10% de las palmas.

 

Los venenos agudos matan al animal al tomar éste una única dosis. Su uso se justifica cuando antes de utilizar un anticoagu­lante, se desea bajar bruscamente la población inicial de ratas (Gillbanks et al 1967; Phillipine Counsil for Agric. Resources Res. and Development, 1985). El uso de anticoagulantes no requiere de este período previo de familiarización del roedor con el cebo porque la muerte del animal no ocurre sino después de varios días de haber consumido dosis repetidas del veneno. De esta manera la rata no puede relacionar la muerte de sus semejan­tes con el consumo de un tipo particular de alimento.

El efecto de un programa de cebos se extiende a unos 200 m en cada dirección del campo tratado. Luego de unas pocas semanas de iniciado el programa, el consumo aumenta y luego cae brusca­mente. Los cebos se colocan generalmente en las bases de las plantas cerca del límite de la rodaja o bien en las axilas inferiores. Se recomienda su colocación en la tarde luego de un aguacero ocurrido después de unos pocos días de verano.

 

Los anticoagulantes pueden conseguirse comercialmente ya preparados con atrayentes y en formulaciones que los protegen de la degradación en la intemperie. Así se pueden conseguir bloques de cera en donde el producto viene mezclado con una preparación hecha con uno o más ingredientes tales como arroz, maíz, aceite de palma y una fuente de proteínas. El ingrediente activo también puede ser comprado como tal y prepararse el cebo. Siguen algunas recetas:

 

1. Maíz quebrado (7 kg), harina de pescado (7 kg), aceite de palma (2.5 l), parafina (3.5 kg) y warfarina 1% (7 kg).

 

La parafina debe derretirse por separado y se mezcla con los demás ingredientes cuando la temperatura haya bajado a 55oC. La mezcla luego se extiende sobre una superficie y cuando esté fría se hacen cúbitos (aproximadamente 15 g) para ser distribuidos en el campo.

 

Algunas sustancias como paranitrofenol (0.25%) o ácido dehydroacético (0.1%) actúan como preservantes, extendiendo la vida útil del cebo.

 

2. Racumín (1 kg), alimento para ganado (19 kg). La mezcla se coloca en el límite exterior de la rodaja o en las bases de las hojas bajeras en bolsitas de polietileno. Cada tres días se reemplazan los cebos consumidos.

 

3. Maíz o arroz quebrado (34 partes) harina de pescado o pollo (4 partes), tomorín (2 partes). También se añade aceite de palma como atractivo. Esta mezcla se pone en bolsas de polietileno (15‑20 g/bolsa) y se distribuyen en las bases de las palmas.

 

4. Recomendaciones de Malasia (Gillbanks y Turner, 1967) incluyen derretir 10 lb de parafina en medio galón de agua caliente, luego se añaden 10 lb arroz quebrado, 2 lb de harina de pescado y cuando la temperatura ha bajado se añaden 2 lb de tomorín. La pasta se esparce en una capa de unos 3/4" de espesor y se hacen cubos de 1" de lado

 

5. 100 kg de maíz quebrado o no, 10 litros de aceite crudo de palma y 2.5 kg de tomorín 1%. Puede también añadirse proteína de pollo o pescado. La mezcla se distribuye en cantidades de unos 30 g en bolsitas plásticas.

 

 

6. Arroz o maíz (80%), azúcar (7.5%), aceite de palma (7.5%), racumín en polvo (5%), parafina (30%). Reemplazar al menos cuatro veces cada vez que son consumidos (Ingeborg Z. de Polanía 1992).

 

7. 46 Kg de maíz quebrado se mezclan con 2.76 Kg de racumín comercial (Cumatetralil,

0.0375%) en una batidora de concreto, y de aquí se pasan a una tolva que alimenta el material en una bolsa angosta de plástico continuo que luego se fragmenta mediante calor en unidades de 9 g  de cebo. Dos días antes de poner las bolsas en el campo se impregnan con aceite de palma o coco (Hilje 1992).

 

Para la utilización de los cebos de tomorín en zonas de alto riesgo de ataque, se ha recomendado hacer un primer ciclo de colocación de cebos poco después de la siembra. Después de esto se hacen dos nuevos ciclos a intervalos de 15 días en donde solo se reponen los cebos consumidos. Durante el tercer ciclo se renuevan todos los cebos. El procedimiento se repite a intervalos de 2 y medio meses hasta que las plantas superen la etapa de mayor riesgo.

 

Cuando el ataque es ocasional se procede en forma similar pero pueden colocarse hasta dos cebos en aquellas plantas que muestren señales de daño. Los cebos también pueden reponerse con más frecuencia conforme van siendo consumidos.

 

En el caso de utilizarse los nuevos anticoagulantes tales como el brodifacoum (bloques comerciales de cera con 30 ppm i.a. por ejemplo), los ciclos de colocación de cebos se hacen cada siete días: 4 ciclos reponiendo los que han sido consumidos. El tratamiento se repite a los seis meses (Khoo y Duback, 1987).

 

Se debe de tener presente que la eficiencia de un programa de colocación de cebos depende del tipo de ratas presentes. Las especies de mayor tamaño y peso corporal necesitan consumir mayor cantidad del anticoagulante para adquirir una dosis letal. Por otro lado, las especies muy prolíficas alcanzan un pico poblacio­nal peligroso más rápido por lo cual los ciclos de colocación de cebos deben acortarse en estos casos (Mohd, 1985).

 

El tiempo requerido para que la población se recupere luego de un ciclo de puesta de cebos depende del área tratada. La reinfestación ocurre principalmente desde áreas vecinas de palmas no tratadas y no necesariamente de la vegetación de los alrededores. La tasa de reinfestación varía inversamente con el tamaño del área tratada con cebos. De ahí que sea aconsejable tratar áreas tan grandes como sea posible

 

TALTUZAS (Orthogeomys sp.)

 

El daño de las taltuzas se reconoce por la presencia en palmas jóvenes de un amarillamiento y secado del follaje progresando de las hojas más viejas hacia arriba. Los síntomas son similares a los causados por un déficit hídrico severo. El animal se alimenta del bulbo subterráneo de la palma por lo cual estas pueden volcarse. La identidad del animal se detecta por la presencia de montículos de tierra, correspondiente a los túneles excabados por el animal. Daños severos pueden ocurrir en palmas de menos de dos años de edad creciendo en suelos de texturas muy livianas

 

El control de las taltuzas es comúnmente complicado y se requiere personal entrenado en la colocación de trampas mecánicas en las madrigueras. Algunos cebos también han sido usados con grados de éxito variable.

 

En el caso de las trampas éstas deben de ser colocadas en el sitio de intersección de un tunel secundario con uno primario. Cebos preparados con caña de azúcar o bananos dentro de los cuales se introduce Lannate también son efectivos y deben colocarse en el túnel principal.

 

Pastillas de fotoxin colocadas dentro de las madrigueras han dado un grado de control aceptable.

 



 

ENFERMEDADES DE LA PALMA ACEITERA

 

 

ENFERMEDADES EN EL VIVERO

 

INTRODUCCION.

 

El desarrollo acelerado de enfermedades en el vivero es generalmente una clara indicación de un mal manejo. Especial atención debe dársele a un buen suministro de agua y al programa de fertilización. Excesos en el riego favorecen el desarrollo de varios patógenos, especialmente cuando el espaciamiento entre las plantas es muy reducido de acuerdo a su edad y se crean condiciones de extrema humedad por periodos prolongados. También se dan condiciones idóneas para el desarrollo de un hongo cuando existe un déficit hídrico.

La selección de un buen suelo para las bolsas de vivero ayuda para que las plantas se desarrollen más vigorosas y resistentes al ataque de patógenos foliares. Si se hace un previvero, entonces deben tomarse precauciones para evitar el estrés de transplante que es aprovechado por numerosos patógenos débiles para establecerse en el tejido debilitado. Debe recordarse que al hacer un transplante siempre se dañan raíces lo cual expone el tejido a los microorganismos del suelo y afecta la absorción de agua y nutrientes.

 

En el caso de un aumento anormal de enfermedades fungosas en el follaje puede ser necesario el uso de un fungicida, pero paralelamente deben revisarse las prácticas agronómicas para corregir cualquier error que se esté cometiendo.

 

 

ANTRACNOSIS

 

Glomerella. sp.( Colletotrichum gloeosporioides)

 

Colletotrichum  sp es el hongo más comúnmente asociado a la antracnosis en vivero. Inicialmente aparecen sobre las hojas más jóvenes puntos pequeños algo acuosos entre las venas. Las lesiones tienden a ser elongadas y al crecer son muy oscuras o pardas y están rodeadas por un borde de tejido más pálido. El centro puede cubrirse de una masa rosada. Las lesiones más activas pueden detectarse por un olor a violeta.

 

Colletotrichum sp es un típico hongo oportunista que ataca severamente plantas bajo algún tipo de estrés, particularmente nutricional (excesos de fertilización), o de suministro de agua (déficit seguido de excesos).

 

 

Botryodiplodia sp. y Melanconium sp.

 

Botryodiplodia puede aparecer en palmas que sufren de una nutrición desbalanceada o bien están pasando por algún período de estrés tal como después del transplante (Turner 1981).

Típicamente las lesiones se localizan hacia las puntas de las hojas como pequeñas manchas transparentes mejor visibles al observar las hojas contra la luz. Esta lesiones crecen y cambian a un color pardo oscuro que se rodea de un borde de un color claro y un halo amarillento difuso. Conforme la lesión se desarrolla el centro de la misma se seca y toma una textura papelosa y cambia a un color gris. En esta fase de la lesión se puede observar fácilmente cerca de la zona necrótica central, una serie de puntitos negros

 

Las especies mas comúnmente asociadas a las lesiones en palma africana son B. theobromae y B. palmarum (Turner 1981).

 

Melanconium elaeidis forma lesiones similares a Botryodiplodia sp., pero inicialmente tienen una apariencia más acuosa. Estas lesiones se desarrollan muy rápidamente y se forma alrededor un halo amarillento que gradualmente se confunde con el tejido sano aún verde. El centro de la lesión se seca más rápidamente que en el caso de Botryodiplodia, de manera que el tejido muerto es más extensivo.

 

COMBATE.

 

Los ataques de la antracnosis son favorecidos por condiciones de estrés sobre las plantas, en particular excesos de sombra, desbalances nutricionales (excesos de fertilización nitrogenada) y un suministro inadecuado del agua (déficit seguido de excesos). Bajo estas condiciones la respuesta a los fungicidas es muy limitada, por lo cual se debe empezar el combate mejorando las condiciones agronómicas del vivero.

La infección se facilita cuando las plantas están muy juntas y las hojas se rozan entre ellas, por lo que se recomienda a veces aumentar las distancias de siembra, pero antes de que las raíces hayan traspasado las bolsas, o de lo contrario la planta sufre un estrés muy fuerte. Una película persistente de agua sobre las hojas favorece el ataque (Turner 1981).

 

Glomerella en particular se ve altamente favorecida bajo condiciones de estrés. El hongo puede penetrar el tejido sano y mantenerse latente en el hasta que la planta entre en un estado de susceptibilidad, lo cual es aprovechado por el hongo para iniciar el proceso de infección (Robertson 1956).

 

Cuando ocurre un ataque severo pueden cortarse manualmente las hojas más afectadas y las plántulas muertas y quemar este tejido.

 

Para ayudar a todas estas medidas, se puede empezar en caso de un ataque, la aplicación semanal de una mezcla de Benlate y Dithano M‑45 o productos similares (cuadro 1). En estas aplicaciones es conveniente añadir a la mezcla un adherente‑dispersante tal como Agral o Tritón X‑45. Cuando la incidencia de la enfermedad ha bajado, las aplicaciones se pueden hacer cada dos semanas.

 

Si las condiciones prevalentes en un vivero son propicias para el desarrollo de la enfermedad, entonces se pueden hacer aplicaciones preventivas cada 2 semanas con Dithano M‑45 u otro protector general como Ziram o Daconil. La aplicación quincenal de estos productos es generalmente suficiente para proteger el tejido joven que constantemente se forma.

 

 

Curvularia. sp.

 

Originalmente las lesiones son translúcidas y se desarrollan para alcanzar un tamaño de unos 4‑8 mm, tomando una forma ovalada y un color café muy oscuro, casi negro. Cada lesión se puede delimitar muy bien en el tejido y esta característica se mantiene aún en hojas totalmente secas.

 

Típico en estas lesiones es que se rodean de un halo amarillo‑naranja muy vistoso y se encuentran algo hundidas en el tejido. En algunas lesiones el color es marrón rojizo y presenta una serie de marcas ligeramente levantadas en forma de anillos concéntricos. Este hongo produce esporas oscuras y septadas que son dispersadas por el agua de riego, la lluvia y/o el viento (Turner 1981).

 

Para el combate de estas lesiones se pueden utilizar los mismos productos que para la antracnosis, pero da mejor resultado el Thiram.

 

Al igual que la antracnosis, esta enfermedad es favorecida por condiciones pobres de crecimiento o que causan estrés en la planta, tales como el estrés hídrico y fertilización deficiente.

 

CUADRO 1.  Algunos productos fungicidas y dosis usuales recomendadas para ser aplicados en vivero de palma aceitera.

 

Nombre

 Común

Nombre

Comercial 1

Dosis 2

Enfermedades en que se recomienda

Actividad y Tipo de Aplicación 3

 

Observaciones

Mancozeb

Dithane M-45

Fo=2.5-4g/l p.c

Floable=3.5 cc/l p.c

Antracnosis,

Phytopthora,

Cercospora,

Helminthosporium,

Rhizoctonia

 

Pr,S,Se,Fo

Rohm H Haas, Dupont

Aplicado a intervalos

de 7-19 años.

Orthocide

Captan

Se=3-4 g/kg p.c

Fo=2-3 g/i p.c

0.2% i.a.

Antracnosis, y otras

Pr,S,Se,Fo

Ortho. No mezclar con cobres o fungicidas formulados en aceites.

 

 

    


 

ARQUEO FOLIAR ‑ PUDRICION COMUN DE LA FLECHA

 

INTRODUCCION.

 

Las condiciones conocidas como arqueo foliar o mal de juventud y pudrición común de la flecha, son generalmente tratadas por separado y se considera que sus agentes causales son distintos. Se acepta que el arqueo foliar es una condición genética (no existe un agente transmisible de por medio) y que la pudrición común de la flecha es algo diferente, cuyo agente causal no está aún totalmente clarificado. A pesar de esto, existe aún bastante controversia en la literatura sobre la etiología de estas enfermedades y mientras estas dudas persistan, en esta sección ambas enfermedades se tratan conjuntamente.

 

El arqueo foliar típicamente aparece en palmas entre uno y tres años de edad, pero también puede aparecer en palmas de hasta 7 años de edad y en palmitas de vivero. Los síntomas pueden persistir por unos pocos meses o bien por años, pero generalmente las plantas afectadas se recuperan sin ningún tratamiento. Muy comúnmente, sin embargo, las plantas recuperadas eventualmente vuelven a enfermarse y conforme avanzan en edad, los síntomas de pudrición de la flecha típicos sustituyen a los de arqueamiento foliar.

 

SINTOMAS.

 

Arqueo foliar:  Uno de los primeros síntomas consiste en el desarrollo de lesiones oscuras de apariencia acuosa en los foliolos aún plegados al raquis en las flechas. Debido a su posición estas lesiones pueden pasar desapercibidas y la primera evidencia de la enfermedad es la aparición de una flecha quebrada o fuertemente curvada cerca de su base o más comúnmente cerca de la parte media del raquis. El tejido necrótico de los foliolos se seca y se desprende, de manera que luego de pocos días la hoja doblada solo presenta algunas fibras de los foliolos o los muñones de la base.

 

Conforme las nuevas flechas van saliendo estas presentan síntomas similares con pudrición generalizada de foliolos y raquis, o bien un arqueamiento de los raquis con pudrición limitada de los foliolos.

 

Pudrición común de la flecha:  La sintomatología que presentan plantas jóvenes (1‑3 Años) atacadas por la pudrición común de la flecha es en su mayoría idéntica a la mostrada por palmas que presentan arqueo foliar, excepto que en el primer caso se supone que no debe haber hojas con curvatura de los raquis. La descripción clásica de la enfermedad de pudrición común de la flecha habla del desarrollo de manchas necróticas y acuosas en los foliolos de la parte intermedia del raquis que no son fácilmente visibles hasta que estos abren o la pudrición se generaliza a toda la flecha. La flecha atacada se puede doblar cerca de su base cuando aún la mayoría de tejidos están todavía verdes. La presencia de una o más flechas parcialmente podridas en su base y que cuelgan entre las hojas más viejas, es el típico cuadro de la enfermedad.

 

Pudrición común de la flecha ‑ hoja pequeña Existe una clara asociación entre la pudrición común de la flecha (y el arqueo foliar) y la producción de hojas pequeñas por parte de la planta atacada. Sin embargo, no todas las plantas con pudrición de flecha eventualmente producen hojas pequeñas, sino que el fenómeno parece estar relacionado con la severidad de la pudrición, que a su vez parece depender de las condiciones climáticas. La mayor incidencia de palmas con la sintomatología de hoja pequeña aparece precisamente varios meses después de una alta incidencia de pudrición común de la flecha. En otras palabras, la producción de hojas pequeñas es una sintomatología que puede o no presentarse, después de un ataque de pudrición en el cogollo.

 

Pudrición severa de la flecha:  Debe separarse esta sintomatología de la pudrición letal del cogollo (Lethal spear rot) o amarillamiento fatal, que tanto daño ha causado especialmente en Sur América.

 

Los síntomas consisten en una pudrición severa en el cogollo de la planta, que puede abarcar las bases de dos o más hojas completamente abiertas, que secan rápidamente sin que medie un amarillamiento previo. Una pudrición acuosa y maloliente avanza hacia el punto de crecimiento y por uno o más canales alcanza el bulbo basal, donde se extiende profusamente. Una planta así atacada, puede morir en unas pocas semanas presentando todo el follaje completamente seco.

 

La incidencia es invariablemente baja y normalmente afecta plantas en los primeros tres años de edad del cultivo.

 

DAÑOS A LA PLANTA Y COMBATE DE LA ENFERMEDAD.

 

Un ataque de arqueo foliar es normalmente transitorio y las plantas se recuperan "espontáneamente", después de unas pocas semanas o meses. En el caso de la pudrición común de la flecha se ha recomendado ayudar a la planta enferma en el proceso de recuperación. Para esto se hace un tratamiento de cirugía del tejido enfermo, con una aplicación posterior de una mezcla de insecticida y fungicida.

 

Ya se ha comentado sobre la imposibilidad de separar estas dos manifestaciones con claridad en una gran mayoría de los casos, por lo cual generalmente se tratan todas las palmas enfermas, presenten o no hojas arqueadas.

La validez de estos tratamientos siempre ha sido cuestionada y con frecuencia ha existido en los experimentos, la falta de un testigo sin tratar que sirva de comparación. Por otro lado, existen muy pocos estudios sobre la pérdida de rendimiento en las palmas enfermas y el costo de los tratamientos.

 

La tendencia observada muy frecuentemente, a la reincidencia de las mismas plantas enfermas es importante de tomar en cuenta a la hora de determinar costos de tratamientos, pues se podrá tropezar con el error de hacer repetidas aplicaciones a ciertas plantas que son extremadamente susceptibles a la enfermedad o bien están creciendo en un ambiente que la favorece. En estos casos, los tratamientos son en apariencia totalmente inefectivos y la mejor decisión es replantar la palma enferma.

 

Por ahora, la decisión de tratar las palmas enfermas mediante cirugía y un insecticida parece justificable en áreas con alta población de Rhynchoporus palmarum. Este insecto puede fácilmente establecerse y agravar el problema . Estas palmas enfermas se convertirían en criaderos de insectos y se aumenta el riesgo de diseminar la enfermedad del anillo rojo‑hoja pequeña.

 

Algunas mezclas sugeridas en la literatura para ayudar en la recuperación de palmas enfermas con pudrición de flecha‑arqueo foliar son las siguientes:

 

1. Una mezcla de Thiram, Mancozeb y un adherente a intervalos de 10 días luego de hacer cirugía de los tejidos enfermos (Watanavanich 1982).

 

2. Vitavax (4 g/l) más Thiram (7 g/l) y Thiodan (4 ml/l). Mezcla recomendada en Ecuador: Figueroa y Cháves (1984).

 

Una única evaluación del porcentaje de plantas recuperadas luego de un tratamiento químico, conduce a una interpretación errónea de la eficacia de dicho tratamiento. Por ejemplo, se ha observado en algunas áreas que más de un 90% de las palmas se han recuperado en una fecha determinada, luego de un ataque, sin hacerles ningún tratamiento, mientras que en otras, un porcentaje similar de plantas vuelven a mostrar síntomas luego de algunos meses, indepen­dientemente que hayan sido tratadas o no.

 

 

PUDRICION DEL COGOLLO

 

SINTOMATOLOGIA.

 

La sintomatología de la PLC varía bastante de acuerdo a la edad y a la situación geográfica. Los síntomas iniciales consisten en el desarrollo de parches cloróticos o de color pardo en las hojuelas basales de una de las hojas más jóvenes completamente abiertas. En este estado la clorosis de la hoja es aún no evidente. Posteriormente se nota una clorosis en algunas de las hojas (posición 5‑6 en Surinam y 1‑10 en Brasil). Este amarillamiento se inicia en los foliolos de la base de estas hojas y puede extenderse a toda ella. Durante estos primeros estados, la flecha puede o no presentar unas pocas manchas necróticas en algunos de los foliolos cerca de su extremo o en la parte media.

 

El desarrollo de esta sintomatología, en donde la pudrición de la base de la flecha y del cogollo ocurre después de observarse la clorosis de foliolos, ha hecho pensar a algunos autores que estos síntomas de pudrición en la flecha son secundarios. Sin embargo, en Ecuador al menos, el desarrollo de la clorosis y necrosis de las hojas ocurre conjuntamente con la pudrición en el tejido del cogollo.

 

Como consecuencia de la pudrición en la flecha, ésta se dobla cerca de la base o bien varias flechas permanecen pegadas y erectas. Eventualmente ocurre el secamiento de los foliolos, lo cual ocurre en forma irregular pero más frecuentemente a partir de las puntas en el extremo de las hojas. Las hojas viejas permanecen verdes por largo tiempo antes de amarillear y secarse.

 

La disección de palmas en los estados iniciales de infección no muestra ningún tipo de decoloración anormal en el tallo. Sin embargo el crecimiento de las raíces parece haberse detenido en las palmas enfermas, y las raíces formadas presentan diferentes tipos de deformaciones (escoba de bruja), y lesiones asociadas a diferentes tipos de microorganismos patógenos secundarios como Fusarium spp, Thielaviopsis sp, Pythium sp., etc.  Las raíces absorventes son escasas.

 

La recuperación aparente de las plantas atacadas se da mediante la formación de un "callo" que detiene la infección, y la producción posterior de hojas amarillentas y más cortas de lo normal. En Brasil y Surinam se afirma que estas plantas invariablemente vuelven a desarrollar los síntomas de la enfermedad y pueden volver a mostrar signos de recuperación repetidamente hasta que ocurre la muerte. El porcentaje de plantas "recuperadas" en Surinam es mayor durante la estación lluviosa (15‑50%) que es también el período en que la incidencia de la enfermedad es mayor.

 

POSIBILIDADES DE CONTROL.

 

ASD de Costa Rica mantiene experimentos de genotipo por ambiente en varios países del mundo, incluyendo algunos en donde se presentan estos problemas de pudriciones en el cogollo. Después de varios años de datos se ha determinado que existen diferencias en susceptibilidad entre materiales comerciales.

 

La adopción de prácticas agronómicas óptimas, tiene el potencial de evitar o disminuir en forma económica el problema de la PLC y trastornos similares. En particular es claro que condiciones pobres de aeración del suelo, y una nutrición desbalanceada predisponen a las plantas al trastorno. Toda siembra de palma aceitera debe prever la construcción de un buen sistema de drenaje interno y superficial, así como mecanismos para evitar la compactación. De igual manera la fertilización debe estar basada en el análisis de los tejidos, pero considerando también las reservas del suelo.

 

El valor de los programas de erradicación de plantas enfermas ha sido cuestionado, ya que no existe un patógeno primario como causa del problema.

 

El tratamiento de plantas con síntomas iniciales mediante cirugía del tejido afectado y la aplicación de una mezcla de un fungicida y un insecticida ayuda aparentemente a la recuperación de un buen porcentaje de las plantas tratadas. Este tratamiento puede ser menos efectivo en sitios en donde las condiciones ambientales son particularmente favorables para el desarrollo del trastorno.

 

 

PESTALOTIOPSIS

 

Pestalotiopsis sp. puede establecerse en lesiones causadas por diversos insectos y ácaros, otros hongos como Curvularia, y a partir de daños mecánicos causados a las hojas. Sin embargo, los ataques han sido más severos cuando han existido grandes poblaciones de algunas especies de chinches de encaje.

 

La diseminación también puede ocurrir por el viento, al secarse las masas gelatinosas de esporas.

 

SINTOMAS.

 

Las lesiones en palma aceitera generalmente aparecen en las hojas bajeras pero en ataques severos sólo las hojas más jóvenes aparecen libres de manchas. Inicialmente las lesiones son de apariencia grasosa color café claro y luego blanco grisáceo o cenizo y frecuentemente se rodean de una zona color amarillo anaranjado. Al crecer la lesión toma un aspecto zonado y se juntan unas con otras secando amplias zonas de tejido. Las partes más viejas de la lesión se cubren de unos puntitos negros.

 

COMBATE.

 

Aunque no se conocen por completo los factores reguladores de la población de los vectores, es obvio que se debe de ser muy cauteloso en su manejo para no crear desequilibrios que favorezcan un aumento de la población del insecto. En particular se debe evitar a toda costa el uso de insecticidas de amplio espectro.  El buen manejo de la plantación que favorezca el desarrollo vigoroso de las plantas es la principal arma contra el ataque de  patógenos oportunistas (drenaje interno y superficial, fertilización balanceada etc.)

 

Cuando el ataque del hongo se vuelve económicamente importante (hojas jóvenes afectadas) entonces se hace necesario el uso de un insecticida para reducir la población del vector. Las aplicaciones de fungicidas han resultado inefectivas.

 

Dos insecticidas se han usado inyectados al tronco: Monocrotofos (Azodrin) y Acefate (Orthene). La dosis de ingrediente activo por árbol es alrededor de 10 cc.

 

La inyección al tronco se ha objetado pues puede causar pudriciones en el tronco y podrá ser un factor diseminador de la enfermedad del anillo rojo. Como alternativa se utiliza la absorción radicular del insecticida.

 

 

EL SINDROME DEL ANILLO ROJO‑HOJA PEQUEÑA EN PALMA ACEITERA.

 

Esta enfermedad es causada por el nematodo Bursaphelenchus cocophilus  (Rhadinaphelenchus cocophilus), y es probablemente la más importante en palma aceitera en Centroamérica. Perdidas del 5‑15% son comunes en muchos países de América Tropical.

 

SINTOMATOLOGIA

 

Una característica de este nematodo es la gran variabilidad de síntomas que puede causar en las plantas afectadas.

 

Generalmente en palma aceitera la enfermedad es más común en palmas mayores de 5 años.

 

El nematodo B. cocophilus ha sido asociado con al menos tres tipos de síntomas en palma aceitera en Costa Rica, Honduras y otros países de Latinoamérica. Sin embargo, puede ocurrir una amplia combinación de síntomas en una determinada planta enferma.

 

SINTOMATOLOGIA CLASICA. 

 

El cuadro de síntomas considerado como clásico se produce cuando las hojas más viejas o intermedias amarillean y se secan progresivamente . Estos síntomas avanzan abarcando hojas cada vez más jóvenes. Las hojas de mayor edad suelen quebrarse en el peciolo a corta distancia del tronco y la parte distal permanece colgando por largo tiempo. Al partir transversalmente el tronco de estas palmas se nota un anillo de tejido color pardo, crema, o rosado de unos pocos centímetros de grosor y localizado generalmente cerca de la periferia del tronco. En algunos casos el anillo no es continuo en toda la longitud del tallo apareciendo en la parte superior, pero es aparentemente inexistente en la parte media y puede reaparecer en la región basal como una área de color rosado pálido. El anillo puede también sólo ser evidente en una pequeña sección de la parte superior o inferior del tronco. Generalmente las hojas nuevas son de un verde pálido amarillento y más cortas de lo normal. Sin embargo, cuando la palma, ha sido atacada severamente por larvas del picudo (Rhynchophorus palmarum) la región apical (cogollo) se observa parcialmente destruida. Una vez infectada, la palma puede morir en 2‑3 meses.

 

HOJA PEQUEÑA.

 

Otro cuadro de síntomas observado se refiere a la condición conocida como "hoja pequeña" en donde la mayoría de las hojas conservan su color verde y frecuentemente no se observa ningún tipo de necrosis en el tallo de las palmas afectadas. Inicialmente la planta empieza a emitir hojas más cortas y el centro de la corona toma una apariencia compacta.

 

Eventualmente, al continuar la emisión de hojas pequeñas, que pueden ser simples muñones, la parte central de la corona adquiere la apariencia de un embudo. conforme la enfermedad progresa, todas las nuevas hojas son cortas y deformes, con diferentes grados de secamiento de los foliolos a partir de las puntas , y grados anormales de endurecimiento en los raquis.

 

Conforme la enfermedad progresa, todas las nuevas hojas en la planta son pequeñas y deformes adquiriendo la palma la apariencia de un plumero gigante. Las inflorescencias en desarrollo abortan, por lo cual estas plantas terminan siendo totalmente improductivas.

 La enfermedad se presenta en una forma crónica, pudiendo permanecer la palma en esta condición por varios años. En un porcentaje muy bajo, las plantas se recuperan produciendo algunas hojas de tamaño más o menos normal. Sin embargo, muchas de estas palmas vuelven a enfermarse e inician un nuevo ciclo de producción de hojas pequeñas. La enfermedad causa un retardo pronunciado en el crecimiento del tallo, por lo cual palmas que han estado enfermas por uno o más años son notoriamente más pequeñas que sus vecinas sanas.

 

Cuando la planta tiene racimos formados al momento de presentarse los primeros síntomas, éstos continúan su desarrollo, pero conforme la enfermedad progresa, se presenta la falla de muchos de los mismos. En algunas de estas palmas, al cortar el tronco cerca de su base, se notan manchas necróticas café oscuro casi negras y algunas veces un anillo poco mas o menos definido del mismo color.

 

En palma aceitera no es claro si la edad está involucrada en el desarrollo de un tipo particular de sintomatología. No obstante, los síntomas clásicos tienden a ser más comunes y espectaculares en palmas viejas.

 

La presencia de hojas pequeñas no debe tomarse como el único indicador de infección por B. cocophilus, pues existen otras causas por las cuales este síntoma se puede producir. Entre estas se encuentra la pudrición alta del tallo, recuperación luego de un ataque de pudrición común de flecha, marchitez por Fusarium, ataque de algunos insectos, deficiencia de boro, recuperación de una factura severa de corona por viento etc.

 

ANILLO ROJO – HOJA PEQUEÑA.

 

Un cuadro de síntomas que es una combinación de los descritos, se observa cuando las hojas más jóvenes son de color verde pálido amarillentas, más cortas y erectas de lo normal y aparecen formando una masa compacta. Al examinar de cerca el cogollo se nota que en algunos casos las hojas han desarrollado una pudrición acuosa cerca de su base. Las inflorescencias en desarrollo se necrosan y los frutos en formación se pudren o bien son pequeños y de maduración muy desuniforme. Algunas hojas de las más jóvenes son extremadamente pequeñas o reducidas a meros muñones y los foliolos presentan diferentes grados de necrosis. Con cierta frecuencia se observa que algunas hojas pequeñas no presentan necrosis aparente, sino un arqueamiento en el raquis cerca del extremo apical. Las hojas más viejas pueden permanecer verdes por largo tiempo, pero eventualmente ocurre amarillamiento de las hojas intermedias y los síntomas se generalizan ocurriendo la muerte de la planta.

 

Haciendo un corte longitudinal del tallo es posible observar por qué dependiendo de la altura del corte en el mismo, éste puede aparecer: a‑ aparentemente sano, b‑ con un anillo definido, c‑ uno o más anillos discontinuos, d‑ una área central necrótica o bien, e‑ manchas oscuras en la región central. El desarrollo de los síntomas en el tallo puede aparentemente progresar de abajo hacia arriba o a la inversa por lo cual en algunos casos es necesario hacer cortes transversales en diferentes puntos del mismo para observar los síntomas.

 

DISTRIBUCION E INCIDENCIA

 

En Costa Rica la sintomatología de la hoja pequeña en palma aceitera es común, pero ésta es mucho más prevalente en Honduras donde los síntomas típicos de anillo rojo son menos frecuentes.

 

La enfermedad asociada a B. cocophillus es considerada una de las más serias amenazas para la palma aceitera en América Central y se encuentra bastante generalizada en plantaciones adultas. En general, en áreas de palma joven (menores de 10 años) la enfermedad no es muy común, (0.1 % palmas enfermas/ha o menos) y en reas viejas (20 años) aparentemente no progresa mucho. Sin embargo, la incidencia de plantas enfermas puede ser bastante alta en áreas de 11 a 16 años de edad cuando la tasa de incremento puede llevar a incidencias de 40% o mayores.

 

SOBREVIVENCIA DEL NEMATODO.

 

Arboles sanos recién cortados de palma aceitera, cocotero y algunas palmeras silvestres pueden ser fácilmente colonizados por B. cocophilus si son visitados por R. palmarum contaminados con el nematodo (Maas 1970). Esta situación explica por qué, la ocurrencia de palmas de coco o palma aceitera con anillo rojo, no es esencial para la sobrevivencia del nematodo ni para la contaminación del vector. Palmeras silvestres son frecuentemente cortadas y el tronco dejado abandonado como prácticas normales en centroamérica para extraer el palmito o bien para utilizar el tronco o follaje para cualquier otro propósito.

 

 

 

Rhynchophorus palmarum, COMO VECTOR E INICIO DE LA INFECCION.

 

No parece existir mayor duda del papel de R. palmarum como vector activo de B. cocophilus, pero la presencia de insectos contaminados con el nematodo no necesariamente implica la aparición y desarrollo de la enfermedad del anillo rojo. Existe también la observación de la aparición de la enfermedad sin la aparente presencia de R. palmarum en la plantación, pero esto necesita de verificación (Malaguti 1953; Dao y Oostenbrink 1967).

 

La cantidad total de insectos presentes en una plantación y el porcentaje contaminado, no necesariamente está correlacionado con la incidencia de la enfermedad.

COMBATE

 

El combate de la enfermedad debe de ser integral y dirigido tanto a reducir la población del vector como de las fuentes de inoculo del nematodo en la plantación y sus alrededores.

 

En el caso de plantas con síntomas clásicos se recomienda envenenar la planta con un arboricida sistémico inyectado al tronco y derribarla luego de que está seca. Se ha observado que plantas viejas pueden ser envenenadas fácilmente con 100 cc de MSMA (ANSAR), pero se necesitan dosis más altas (125‑150 ml) para matar algunas plantas de edad intermedia que están creciendo vigorosamente. Una mezcla de ácido picolínico y 2,4‑D también ha sido recomendada para eliminar plantas. El gramoxón (200 cc/planta) mata rápidamente palmas jóvenes, al igual que el glyfosfato (Round up); el cual es efectivo a dosis menores. Sin embargo, debe mantenerse una actitud vigilante ya que algunas palmas que no mueren rápidamente pueden convertirse en criaderos muy importantes de R. palmarum.

 

Aunque el arboricida no mata al nematodo directamente, sí ayuda a interrumpir el ciclo de transmisión, al hacer el árbol tratado menos atractivo para R. palmarum. A pesar de esto se ha observado que palmas inyectadas con herbicidas pueden ser colonizadas por larvas del picudo. Como una medida de precaución es aconsejable botar las palmas  una vez que están secas  y chequear la presencia de larvas para destruirlas. Al podrirse los tejidos, el nematodo eventualmente muere.

 

Cuando una palma está fuertemente atacada por el picudo debe botarse y partirse en secciones que luego se abren longitudinalmente y se les aplica un insecticida tal como Sevin (Carbaril), Dipterex (triclorfon), Lannate (metomil), Furadán F, Vydate, Nemacur, Azodrin entre otros. La inyección al tronco con monocrotofos se ha usado con cierto grado de éxito para matar las larvas dentro de la planta, así como introducir 1-2 pastillas de photoxin ("aluminium phosphide") en los agujeros en el tronco.

 

En el caso de palmas que presentan el síntoma de hojas pequeñas sin necrosis extensiva en el tallo, puede existir la posibilidad de recuperación mediante el uso de nematicidas sistémicos inyectados al tronco, aplicados al cogollo, o bien absorbidos por el sistema radicular.

 

En varias pruebas preliminares en palma aceitera se ha observado que productos como el carbofurán (Furadán F), oxamil (Vydate CS) y fenamifos (Nemacur CE) permiten la recuperación aparente de los síntomas de hoja pequeña en un porcentaje pequeño de las palmas tratadas. La respuesta visible toma alrededor de 6‑8 meses dado que las hojas que han sido afectadas durante su crecimiento siempre salen deformadas. La falta de respuesta al tratamiento puede deberse a varios factores, pero es obvio que de existir un daño extensivo en el tronco será extremadamente difícil la recuperación de la planta. No obstante el éxito aparente con algunos tratamientos de palmas con hoja pequeña, la decisión más segura es la eliminación de la palma enferma.

 

Debido a que el picudo es atraído por cualquier tipo de heridas al tronco, éstas deben evitarse al máximo, especialmente durante la cosecha y poda. También debe prestarse atención a la pudrición común de la flecha, daños por ratas, viento, etc. especialmente en palmas que han entrado en la etapa de susceptibilidad al ataque del nematodo ( 5‑6 años), pues en estos casos será aconsejable tratar la parte con un insecticida para evitar los riesgos de las visitas del insecto vector. La posibilidad (aunque remota), de la transmisión durante la poda de hojas de palmas enfermas debe tenerse presente, por lo cual es aconsejable no cosechar estas plantas, independientemente del grado de desarrollo de los síntomas.

 

La atracción que ejercen sobre los adultos de R. palmarum cierto tipo de tejido en descomposición, especialmente pedazos de tallos de diversas palmeras, ha sido utilizado con éxito para reducir las poblaciones del insecto. Los adultos que llegan a las trampas pueden ser colectados a mano o bien los pedazos de tejido pueden ser impregnados con algún insecticida tal como Dipterex, Lannate, Furadán F, Sevin, Vydate, Nemacur, etc. Pedazos de tallos de palma aceitera son generalmente más eficientes como atrayentes que pedazos de cocotero (Kraaijenga y Oden 1966), y de acuerdo con Fenwick (1966) es preferible utilizar pedazos de tejido no infectado por B. cocophilus. Trampas hechas con pedazos de pseudotallos de plátano o banano, o frutas maduras son menos atractivos para R. palmarum. No Obstante, trozos de caña de azúcar machacados o cortados longitudinalmente atraen bastantes adultos.

 

Una práctica común para realizar las  resiembras de las áreas viejas, es botar las palmas en la estación seca, apilar los troncos  y posteriormente quemar cuando el follaje está bien seco.  Cuando la operación es hecha en forma correcta se evita la cría  de insectos en los troncos en descomposición.  No obstante,  es más recomendable envenenar las palmas previamente. Adicionalmente, antes de botar o envenenar la siembra vieja es aconsejable poner trampas para picudos dentro y  alrededor del área para reducir la población residente y evitar que emigre a otras áreas.  También es importante cuando se utilicen  pedazos de tallo de palma como trampas, que estos sean de un tamaño tal, que el insecto vector no tenga suficiente alimento para completar su desarrollo en ellos,  ya que frecuentemente las hembras ovipositan en este tejido.

 

El uso de la feromona de agregación  en las trampa aumenta el número de capturas en un factor entre 6 y 30 (Moura 1989; Rochat et al. 1991; Oehlschlager et al. 1991, 1993; Chinchilla et al. 1993). La puesta en práctica de un sistema de trampeo utilizando caña de azúcar como fuente de alimento y la feromona de agregación, permitió bajar la población de R. palmarum y la incidencia del anillo rojo\hoja pequeña a menos del 10% de los niveles iniciales en dos años en Centroamérica.

 


 

PODREDUMBRE BASAL HUMEDA (BASAL WET ROT)

 

SINTOMAS.

 

Se observa el desarrollo de una coloración marrón-rojiza en los extremos de los foliolos en la punta de las hojas inferiores.

 

En pocos días, las hojas superiores son también afectadas; amarillean y toman luego un tono pardo‑cenizo. La flecha también se puede podrir en una etapa temprana, así como algunos racimos, lo cual a veces no se da.

 

Conforme la enfermedad progresa, se puede producir, lateralmente en la parte basal del tronco, un exudado espeso y maloliente que se acumula en la base de la planta. La infección prosigue hacia el bulbo basal por unas pocas raíces centrales y al llegar a esta zona se extiende rápidamente, causando una pudrición generalizada; todo el parénquima es destruido y solo permanecen las fibras y una zona estrecha de tejido aparentemente sano cerca de la periferia del tronco. La pudrición comúnmente es húmeda y maloliente; primero amarillenta y luego adquiere tonos oscuros. La muerte de la planta puede ocurrir en 3‑4 semanas.

 

COMBATE.

 

Dada la estrecha relación entre la aparición y desarrollo de la enfermedad y mal drenaje, este aspecto debe mejorarse especialmente en plantaciones jóvenes. A pesar de esto se ha observado que la enfermedad también puede aparecer esporádicamente en áreas aparentemente bien drenadas. La infección aquí se da probablemente a través de heridas en las raíces causadas por maquinaria, insectos, etc..

Como medida preventiva se recomienda botar las plantas enfermas para que se descompongan más rápidamente en la entrelinea. Es conveniente asperjar los cortes en el tronco con un insecticida (Furadán F, Sevin, Lannate, Azodrín, etc.) para evitar el establecimiento de R. palmarum. No es necesario ningún tratamiento a las palmas vecinas pues la enfermedad aparentemente no ocurre cuando no existe daño previo al sistema radicular. Como un tratamiento adicional preventivo, se puede aplicar un fumigante (DAZOMET) al sitio previamente ocupado por la planta.

 

 

PUDRICION BASAL CORCHOSA

 

Generalmente la palma afectada no muestra ningún síntoma externo y la producción y maduración de racimos es normal. Estas palmas pueden aparecer repentinamente quebradas cerca de su base. Al examinar esta región se nota una pudrición seca generalizada de los tejidos que abarca una gran parte del área transversal del tronco. El tejido más viejo afectado es café claro y surcado por numerosas bandas angostas, irregulares de color negro y blanco. La consistencia del tejido enfermo es corchosa por lo cual resulta fácilmente desprendible aún con la mano.

 

Usualmente aparecen externamente en la base del tronco, sobre las bases pectorales basales y sobre las raíces adventicias, los cuerpos fructíferos del hongo adheridos al tejido muerto externo. Cuando jóvenes, estos cuerpos son redondeados, planos y de un color gris verdoso con los bordes blancos. Al crecer se desarrollan zonas concéntricas de diferentes tonalidades de gris, y cuando maduros se pierde la forma y el color inicial. Cuando viejos los cuerpos son secos, negros y de contorno y superficie muy irregular.

 

En algunos casos de palmas atacadas, éstas permanecen en pie a pesar del desarrollo de una pudrición que abarca gran parte de la sección transversal de la base del tronco. Estas plantas pueden presentar un amarillamiento pronunciado de las hojas jóvenes e intermedias las cuales frecuentemente se quiebran en el raquis a corta distancia del tronco.

 

El hongo asociado a estas pudriciones en Ustulina deusta (Kretzschmaria deusta) (Martin 1970).

 

No se conoce a ciencia cierta cómo se disemina la enfermedad en el campo. Se supone que las esporas inician la colonización en troncos en descomposición y que de allí el hongo pueden pasar vía raíz a plantas sanas. También la infección se podrá iniciar por contacto directo de una raíz con un tronco de palma u otra especie forestal infectado y en descomposición. En cualquier caso, la infección progresa por unas pocas raíces laterales y de aquí inicia la pudrición en un lado de la base del tronco. No se han detectado los síntomas antes de los seis años. El combate se realiza igual que para Ganoderma.

 

 

PODREDUMBRE BASAL SECA

 

En Centro América, el hongo Ceratocystes sp. se ha asociado a esta enfermedad. El hongo es básicamente un saprófito habitante común en los suelos, por lo cual resulta evidente que el ataque a una planta sana debe ocurrir debido a algún tipo de predisposición.

 

SINTOMAS.

 

En Centro América esta enfermedad se presenta como una pudrición seca y color café claro, en la base del tallo en palmas adultas. Generalmente no se presenta quebradura de hojas ni pudrición prematura de los racimos. Casos aislados aparecen esporádicamente y muchas plantas afectadas no mueren, sino que la infección en el tronco se detiene y la planta continúa produciendo frutos y mantiene un follaje aparentemente normal. En la base del tronco, se forma una cavidad generalmente de gran tamaño, al desintegrarse los tejidos internos y desprenderse de las partes sanas. Encima de esta cavidad a veces se forman raíces adventicias. En algunas ocasiones se observa que toda la parte central del tronco se ha desintegrado y sólo permanece sana una delgada capa de la periferia del tronco. Aunque esta desintegración de tejidos puede abarcar un metro o más de la base del tronco, la planta no muere y se mantiene así por meses o años. En muchas ocasiones es fácil notar que esta cavidad basal en el tronco se forma después del desarrollo de una población de larvas de Rhynchophorus palmarum en esta región, por la cual es un error atribuir la pudrición a Ceratocystes sp

 

 

PUDRICION BASAL POR GANODERMA (BASAL STEM ROT )

 

SINTOMAS.

 

En palmas jóvenes se produce un moteado y posterior secamiento en algunas de las hojas bajeras de un lado de la planta. Las hojas nuevas producidas (flechas) son más cortas y cloróticas. La necrosis del tejido se inicia a partir de la punta de las hojas. Con el progreso de la enfermedad, el follaje toma una tonalidad pálida, con la producción de varias flechas sin abrir y un crecimiento general retardado.

 

En palmas adultas, los síntomas se caracterizan por el desarrollo de una coloración pálida en las hojas más nuevas, y la presencia de varias hojas sin abrir (flechas). Las hojas más viejas amarillean, mueren y permanecen colgando alrededor del tronco. En la base de estas palmas se desarrollan los cuerpos fructíferos del hongo, que son grandes "orejas" de color café rojizo brillante y con un margen blanco en la cara superior y la cara inferior es color crema.

 

Al examinar los tejidos internos del tronco en su parte basal, se nota una pudrición seca generalizada de color café claro, con numerosas zonas de diferentes tonalidades, que van de un café claro a uno muy oscuro. Entremezcladas en este tejido aparecen numerosas bandas o vetas de color negro. El área de avance de la lesión es una banda irregular y angosta de color café rojizo, que limita una amplia zona de tejido amarillento con tonos rosados, en el interior de la cual aparece la pudrición café descrita.

 

La pudrición en el tallo de palmas adultas, es generalmente lateral, y las raíces de sólo un lado pueden estar afectadas

 

En palmas jóvenes, la infección, que se inicia en las raíces, rápidamente alcanza la parte central del bulbo basal en expansión, y las palmas mueren rápidamente. En palmas adultas, en donde el bulbo basal ha completado su desarrollo, la infección ocurre a partir de las raíces laterales, por lo cual en un inicio la pudrición ocurre en solo un lado del tronco (Singh 1990 ).

 

En algunas ocasiones, en Centro América, se han observado plantas adultas sin ningún síntoma externo aparente de infección (excepto la acumulación de unas pocas flechas), que aparecen repentinamente quebradas cerca de la base. En la zona de la quebradura la pudrición de tejidos es generalizada. Las hojas bajeras de estas plantas pueden tener una apariencia normal y puede haber incluso frutos en desarrollo, a pesar de la desintegración masiva de tejidos en la base del tronco.

 

COMBATE.

 

Plantas que presenten síntomas deben ser cortadas, y la porción enferma del tronco separada del tejido sano. Todos los remanentes del bulbo basal, incluyendo parte de las raíces, deben sacarse del suelo. Se ha recomendado aplicar al tronco sulfato de amonio o urea para acelerar su descomposición. Si se dispone de los medios, es aconsejable incinerar el material enfermo. Esto se facilita debido a que la lesión normalmente está muy localizada en la parte basal del tronco.

 

En áreas de alto riesgo, se debe hacer una inspección cada 3-4 meses, para proceder a eliminar las plantas con síntomas.          Cuando la enfermedad no está muy avanzada, las plantas pueden ser envenenadas. El arboricida debe inyectarse en el tejido aún sano, pues de otra manera no habrá traslocación. Cuando la planta está seca, debe ser cortada y proceder como se describió anteriormente. Las palmas envenenadas no deben dejarse en pie, pues son fácilmente colonizadas por Ganoderma y pueden también servir de sitios de cría para Rhynchophorus palmarum. Cuando la planta haya sido cortada sin envenenar, deben tratarse todos los cortes con insecticida, para protegerlos de la colonización por R. palmarum.

 

Durante el replante de una área en donde ha estado presente el problema, se deben tomar ciertas precauciones para reducir la incidencia en las nuevas siembras. La siguiente secuencia ha sido sugerida (Turner 1981; Singh 1990).

 

- Envenenar las plantas y cuando secas se botan, sacando el bulbo basal y una buena porción de las raíces adyacentes.

 

- Los remanentes de plantas muertas previamente, también deben de ser excavados.

 

- Los troncos se colocan en las entrefilas y se queman. Pasar un implemento a unos 45 cm de profundidad para sacar a la superficie pedazos de tejido, que deben ser también quemados.

 

- Se establece una cobertura de rápido crecimiento para que cubra los remanentes de los troncos.

 

La práctica de desmenuzar los troncos con un retroexcavador modificado para este propósito, ha eliminado la necesidad de envenenar. Sin embargo, los residuos también deben de ser quemados en esta situación.

 

 

FRACTURA DE LA CORONA

 

Las plantas afectadas por este fenómeno presentan varias de las hojas jóvenes incluyendo las flechas dobladas hacia un lado del tronco. El grado de inclinación es variable y en casos extremos la parte superior de la corona se quiebra completamente. Cuando la fractura ocurre por encima del punto de crecimiento la palma puede recuperarse por si sola o bien puede ser ayudada para evitar la llegada y desarrollo de R. palmarum, que puede agravar el problema e incluso causar la muerte de estas palmas. Cuando una palma afectada se recupera por si sola pasa por una fase en donde las hojas más viejas pueden ser normales, las intermedias aparecen inclinada hacia un lado y algo arqueadas, y las jóvenes presentan diferentes grados de arqueamiento del raquis y peciolo y son más cortas de lo normal. Progresivamente las nuevas hojas se "enderezan" y la corona adquiere su apariencia normal. Lo que sucede con más frecuencia, sin embargo, es que las fracturas en el tallo sean invadidas por hongos y bacterias oportunistas que causan pudrición de estos tejidos las cuales atraen a R. palmarum. El resultado final es la quebradura de la corona, hecho que puede ocurrir varios meses después de que ocurrió el daño primario.

 

Una porción considerable de las plantas con fractura de la corona puede ser recuperada mediante la poda de las hojas jóvenes afectadas. La distancia de la base, a la cual se corten las hojas depende de su grado de inclinación; si este es mucho, deben cortarse cada vez más próximo a la base. Dependiendo de cada caso las hojas pueden cortarse desde abajo con un cuchillo malayo o bien se usa una escalera para hacerlo desde arriba. Luego de la poda se aplica un insecticida (Furadán F, Sevin, Thiodan, etc.) para prever ataques del picudo.

 

Si la planta no recupera porque el punto de crecimiento ha sido afectado, entonces debe de inyectarse con Ansar y eliminarse posteriormente.

 

 

FALLA DE RACIMOS Y PODREDUMBRE APICAL DEL RACIMO

 

La pudrición de los racimos (falla), luego de su polinización, y antes de su madurez completa es un fenómeno bastante común en las plantaciones. La pudrición de la parte apical de los racimos aun verdes, es probablemente una manifestación menos severa de este mismo fenómeno (Turner 1981). El mayor numero de falla de racimos ocurre con frecuencia durante los periodos de máximo rendimiento lo cual liga esta condición con una causa fisiológica, pues hasta ahora no se ha identificado ningún microorganismo que pueda considerarse el agente causal del problema. También es frecuente que se presente una alta incidencia de falla de racimos en palmas jóvenes.

 

En el caso de la pudrición distal del racimo, el primer síntoma observado es la pérdida del brillo natural de un grupo de frutos en el extremo del racimo. Posteriormente esta sección afectada se desprende antes de la cosecha o en el momento en que el racimo cae al suelo después de ser cortado. Sin embargo, los síntomas pueden pasar desapercibidos en palmas jóvenes, en donde debido a la poca altura de la cual cae el racimo, la parte apical afectada, no se desprende.

 

El porcentaje de frutos normales ("fruit set"), en la parte apical afectada del racimo, y en su región basal "sana", es similar. Tampoco existe evidencia de que la relación aceite sobre mesocarpo o el porcentaje de acidez, sean diferentes entre estas dos regiones. Esto indica que en general, el proceso que conduce a la pudrición apical del racimo, se inicia en una etapa avanzada de la maduración del racimo (Umaña C. y Chinchilla C., sin publicar).

 

Una polinización inadecuada era la razón para la falla generalizada de racimos en aquellos lugares en donde no existían polinizadores eficientes.

 

Esta situación es menos frecuente ahora, al conocerse el papel de los insectos en la polinización de la palma aceitera y al llevarse éstos a los lugares en donde eran inexistentes. En Centro América la falta de polinización no puede considerarse que haya sido nunca la causa principal para la falla de racimos, pues siempre han existido insectos polinizadores que han garantizado un nivel mínimo de frutos en desarrollo en el racimo.

 

Es muy posible que la causa para la falla de racimos, y en particular para la pudrición apical del racimo se localicen en una nutrición inadecuada que no considera las fluctuaciones particulares en la producción de ciertos grupos de plantas. Durante el pico de producción, la planta necesita un nivel nutricional óptimo para madurar todos los racimos en desarrollo. Si por cualquier motivo existe algún desbalance nutricional acompañado de algún otro estrés (hídrico por ejemplo) el resultado lógico esperado es la falla de los racimos.

 

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